Se me había acabado el tabaco, mis pulmones ya tenían mas que suficiente, pero la falta de nicotina hacia activar mi atrofiado cerebro.
Voy a por tabaco, son las 4h de la madrugada, con suerte habrá algún sitio abierto.
Busquemos algún depósito de cadáveres, llenos de zombies parlanchines ansiosos por bajarte la bragueta.
El amanecer será un espectáculo bello y molesto para tus ojos de mosca.
Observé desde la ventana, en el edificio de enfrente, como una vieja, de avanzada edad, depositaba cierta dosis de miel en su vagina.
Era verano, tiempo en que los insectos se reproducen sin cesar... unas aventureras moscas, inducidas por el dulce manjar, se trasladaron hacia allí.
El cosquilleo producía el placer que necesitaba, era sin duda, un ejemplo de simbiosis perfecta.
Encontré un libro de psicología bajo tu almohada, empezaba a entender tu repentino entusiasmo por mis sonambulismos nocturnos...
Aquellas preguntas extrañas en el desayuno... imaginé que eras un croissant sin cuernos y te devoré sin piedad.
Unas hormigas empezaron a dibujar en el suelo signos egipcios, esvásticas entre otros.
Procuraré limpiar mas el suelo en verano, a parte de dejar el maldito LSD. Las drogas en exceso acaban siendo jodidamente incómodas.
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