Después de permanecer un gran rato bajo el agua, aspiró el oxigeno en una especie de orgasmo, que dilató sus pupilas al máximo.
En la superficie, le esperaron sus labios preguntones, se inició una secuencia de preguntas sin respuesta, su impaciencia le provocó un frío nervioso, los dientes percutían…ningún rastro de lenguaje gramatical.
Abrió el armario, pedazos de ropa vieja usada en mil ocasiones, el olor a naftalina mareaba…debajo de la cama reposaban unos zapatos cansados, con una innegable muestra de agotamiento, entre ellos, polvo y un submundo de microorganismos inmersos en su rutina habitual.
En este momento es donde el tren descarriló y hubieron 150 víctimas humanas, que se mezclaron con hierro y dieron a luz un hibrido de robot idiota.
Apartó la vista de la noticia del periódico, para centrarse en unos muslos embutidos en seda., que le aportaron toda la lírica de Baudelaire, pero sorda.
Sus zapatos desgastados le hacían patinar por la calle, era una reencarnación pobre de un ballet ruso en bancarrota.
Hizo una pirueta patosa (mal recuerdo de años pasados) y siguió caminando, las calles parecían no tener fin y los coches aceleraban violentamente, con una prisa descomunal.
El cielo estaba nublado y siguió pensando que su destino seguiría en el mismo lugar
En la superficie, le esperaron sus labios preguntones, se inició una secuencia de preguntas sin respuesta, su impaciencia le provocó un frío nervioso, los dientes percutían…ningún rastro de lenguaje gramatical.
Abrió el armario, pedazos de ropa vieja usada en mil ocasiones, el olor a naftalina mareaba…debajo de la cama reposaban unos zapatos cansados, con una innegable muestra de agotamiento, entre ellos, polvo y un submundo de microorganismos inmersos en su rutina habitual.
En este momento es donde el tren descarriló y hubieron 150 víctimas humanas, que se mezclaron con hierro y dieron a luz un hibrido de robot idiota.
Apartó la vista de la noticia del periódico, para centrarse en unos muslos embutidos en seda., que le aportaron toda la lírica de Baudelaire, pero sorda.
Sus zapatos desgastados le hacían patinar por la calle, era una reencarnación pobre de un ballet ruso en bancarrota.
Hizo una pirueta patosa (mal recuerdo de años pasados) y siguió caminando, las calles parecían no tener fin y los coches aceleraban violentamente, con una prisa descomunal.
El cielo estaba nublado y siguió pensando que su destino seguiría en el mismo lugar
Escuchar: Daniel Darc-Un An et un Jour
Es como una mezcla de varias películas francesas, mas tu cosecha propia.
ResponderEliminardesvarios como consecuencia de aplastamientos emocionales
ResponderEliminarSembla mentida que surti tal com raja....
ResponderEliminarJo a vegades tampoc m'ho crec
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