Me encontré con ella en medianoche, un estúpido paseo por la parte más sórdida del puerto. Estaba tendida en el suelo, con los ojos en blanco. Le dí unos golpecitos con el pie, pero no reaccionó. La escena era de una composición abrumadora.Pasaron unos instantes y me sentí imbecil. Me fui sin más, y me sentí inhumano, mucho mejor, pensé.
Los cordones de los zapatos estaban desabrochados, su andar peligraba. Un acordeonista, construía en precario, una melodía conocida.El metro estaba en hora punta y los transeúntes seguían su destino.
Yo como siempre, intentaba subir esa rampa de hielo en cuya cumbre se albergaban mis seres queridos y tambien, como de costumbre, nunca conseguía llegar. Por eso me producía tranquilidad, ver una escena tan cotidiana.
Me senté en una terraza sin sol y pedi un Pernord.Estube pensando en sus ojos en blanco, abandoné un pez muerto cerca del puerto, No hay nada malo en eso. Sonreí a un grupo de colegialas enseñando mis dientes puntiagudos.
Los segundos parecían consumirse más rápido, el movimiento cardíaco colapsaba a la gente. Los nudos creaban un irónico estado estúpido. Ese estado era una rutina, la naturaleza se agota, continua adelante. Se adapta y coge forma, aunque parezca una aberración para los conscientes de ello..
Pero que bueno sentir y que poco tiempo para disfrutar, actualmente, sin mas llaves que las de mis própios sueños, la rutina se hace llevadera, aunque quiza ya no.
Escuchar: Kostas Vomvolos-A Strain of Grass in her Wedding Dress
Al menos encontraste algo, yo ni conchitas encontré la última vez que anduve por ahí.
ResponderEliminarBueno, supongo que un cadaver es mejor que nada
ResponderEliminarJajaja es macu!
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