Aquel domingo lluvioso que, curiosamente aparecía descolorido en mi calendario, me desperté suavemente con un respingo automático. El reloj de la cocina marcaba pausadamente las 8:35. Desayuné viendo el espectáculo acuático de las gotas deslizándose por el ventanal. Mentalmente aposté por la gota 37 “La Rápida Escurridiza”, que finalmente acabó en séptimo lugar. Bajé a la calle sin paraguas, y tal como me había levantado, con un nuevo automatismo, me vi entrando en el acuárium. Allí se concentraban un montón de especies de todo el mundo, andabas por pasillos con paredes de cristal que hacían de lupa, estaba rodeado de ecosistemas artificiales. Creo que todos ellos no eran muy distintos a mi, de echo, me sentí en familia. El tiburón apático, mascaba un trozo de costilla de cerdo, el pez globo se escondía penosamente detrás de una alga de plástico, y yo tímidamente, comía un sucedáneo de bolsa de patatas fritas. Recobré en mi memória , la imagen celestial de las medusas, flotando como extraños huevos fritos.Mis labios, resecos y cortados, esbozaron una sonrisa, sin darme cuenta, me levanté programado para poder sentir todo aquello que había rechazado de antemano.
Escuchar-Colleen-Les Ondes Silencieuses
saludos de una ameba de fast food satisfecha tras leer tu escritura automática. abrazoos!
ResponderEliminarUna gota que danza.
ResponderEliminar;)*
Sr Ameba!!!! ya veo por su panza lo satisfecha que esta, un abrazoo protozoico!
ResponderEliminarbaila mambo en tus mejillas rosadas ;)
ResponderEliminarEs macu aquest!
ResponderEliminarVigila amb el tauró apàtic
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