El abismo que nos separaba oscilaba entre el infinito y el puente de un río de pesebre. Esa radical oscilación representaba nuestro amor, nacido en el kaos y el cariño humano. Te crees el centro del mundo? Si, puede que si. Pero no soy un egoísta!
No te atrevas a decírmelo! Estoy echo de chocolate negro, donde puedes mojar tus dedos puntiagudos y saciarte sin límite…los ventiladores de aspas gigantes giraban esparciendo la niebla de nicotina que translucía nuestras caras de enfrentamiento.
Un código de barras marcó el valor de aquello y clasificó su procedencia. La espuma de los días se disolvió hasta convertirse en líquido. El tiempo después de un tiempo.
Era una unidad de asimilación, nuestro corazón esponja tenia que absorber el fluido, que habia caído de nuestras bocas envenenadas al suelo. Era el momento de abrir las puertas de nuestros ojos, cerradas por un momento, por el dolor de un fuego cruzado.
Frases literarias me ayudaban a reconstruir mis desordenados pensamientos, repentinos escalofríos impactaban de forma electroshock en mi cuerpo y consciencia…como si rascara el enigma-premio de una bolsa de patatas, entré en una inocente emoción.
Similar a la que se experimenta al desdoblar una nota de papel de cuadrícula que te llega en el pupitre de clase de geografía, y donde pone que a “Susana Martinez le gustas”
Un oleaje que te lleva hacia atrás y hacia delante rompiendo fuerte en las rocas de esta realidad sin piedad.
No te atrevas a decírmelo! Estoy echo de chocolate negro, donde puedes mojar tus dedos puntiagudos y saciarte sin límite…los ventiladores de aspas gigantes giraban esparciendo la niebla de nicotina que translucía nuestras caras de enfrentamiento.
Un código de barras marcó el valor de aquello y clasificó su procedencia. La espuma de los días se disolvió hasta convertirse en líquido. El tiempo después de un tiempo.
Era una unidad de asimilación, nuestro corazón esponja tenia que absorber el fluido, que habia caído de nuestras bocas envenenadas al suelo. Era el momento de abrir las puertas de nuestros ojos, cerradas por un momento, por el dolor de un fuego cruzado.
Frases literarias me ayudaban a reconstruir mis desordenados pensamientos, repentinos escalofríos impactaban de forma electroshock en mi cuerpo y consciencia…como si rascara el enigma-premio de una bolsa de patatas, entré en una inocente emoción.
Similar a la que se experimenta al desdoblar una nota de papel de cuadrícula que te llega en el pupitre de clase de geografía, y donde pone que a “Susana Martinez le gustas”
Un oleaje que te lleva hacia atrás y hacia delante rompiendo fuerte en las rocas de esta realidad sin piedad.
Escuchar: Tuxedomoon-Loneliness
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