Me quedé mirando fijamente el intermitente de un coche, yo, sentado en un banco, pensando en los espacios sin luz.
Tan propensa era la situación a fundir las bombillas, que sumido en un infinito beso entre almas, y sin hablar, decidí mantener la oscuridad.
Soy amante de los eclipses de tu alma, tu luna corazón sombrea tu deseo.Yo, a modo espectador, me acomodo en un sofá roído y expectante, observo tu declive emocional.
Me gustabas más por tus defectos, que por tus virtudes.Filos de navajas agujerean mi flácida carne, eso me hace sentir vivo, aunque sea tu extraña forma de acariciarme.
Mi decadencia diaria, alimenta libremente una cotidianidad pobre.
En uno de esos bares sórdidos, donde me refugio a menudo de mis justificaciones, entró
el típico moro vendiendo anillos luminosos, me sentí asquerosamente feliz, esa situación…no soporto tanta alegría.
En mis labios quedaban restos de ese azúcar que repartían las noches de plenilunio, me gustaba esa sensación, azucarado, como un caramelo de “solano” que se engancha en tus molares…Si!, me gusta como me devoras lentamente
Como siempre, busqué en mis bolsillos y empezaron a salir todas las cosas que no quería, cuando menos buscas, mas encuentras.
Decidí quedarme sentado, sin esperar nada en absoluto, pensando en espacios sin luz.
Tan propensa era la situación a fundir las bombillas, que sumido en un infinito beso entre almas, y sin hablar, decidí mantener la oscuridad.
Soy amante de los eclipses de tu alma, tu luna corazón sombrea tu deseo.Yo, a modo espectador, me acomodo en un sofá roído y expectante, observo tu declive emocional.
Me gustabas más por tus defectos, que por tus virtudes.Filos de navajas agujerean mi flácida carne, eso me hace sentir vivo, aunque sea tu extraña forma de acariciarme.
Mi decadencia diaria, alimenta libremente una cotidianidad pobre.
En uno de esos bares sórdidos, donde me refugio a menudo de mis justificaciones, entró
el típico moro vendiendo anillos luminosos, me sentí asquerosamente feliz, esa situación…no soporto tanta alegría.
En mis labios quedaban restos de ese azúcar que repartían las noches de plenilunio, me gustaba esa sensación, azucarado, como un caramelo de “solano” que se engancha en tus molares…Si!, me gusta como me devoras lentamente
Como siempre, busqué en mis bolsillos y empezaron a salir todas las cosas que no quería, cuando menos buscas, mas encuentras.
Decidí quedarme sentado, sin esperar nada en absoluto, pensando en espacios sin luz.
Escuchar: C.O.H-Silence is Golden
Deberíamos hacer como esas persianas... llenar de luz todos nuestros espacios vacíos, y permitir que entren.
ResponderEliminarMe gustan los lugares sórdidos.
Muakkks
Y propensos a fundir bombillas :)
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