Me sentía un caracol, mis obsesiones en forma de espiral se hallaban en mi estructura ósea.En los cimientos de mi ser.
Arqueología de mi decadencia, desenterradas por uñas topacio entre las arenas de mi caja torácica…. Se lavó las manos, en el grifo de la cocina, se sirvió un vaso de vino y masticó mi corazón
Me acordé de la mala mujer, la obsesión puede llegar muy lejos….
Creo en el amor, pero a veces no existe, es lejano, borroso, crudo , como ese incomodo personaje odioso.
Veía mi rostro en la pantalla de mi televisión fundida, una decena de cadáveres-cigarro dormían en mi cenicero, víctimas de un apagón violento y retorcido.
No conseguía olvidar su cara de culo y sus palabras babosas.Encendí la radio y escuché entre frecuencias de ruido blanco, algo de música clásica.
El odioso patrón del cuento de hadas, mortificaba aún mi vida.Estaba condenado a la frustración por culpa del ideal inconsciente. Este juzgaba mi vida, como un espectador exigente fumando en pipa y chasqueando los labios en cada vestigio de inocencia. Sus ojos eran un gran foco, que iluminaban la huida de una pequeña cárcel. Cortó con sus dientes las cuerdas que lo sujetaban en ese escenario de plastilina azul. El agotamiento se tradujo en una blanda y confortable caída.
Arqueología de mi decadencia, desenterradas por uñas topacio entre las arenas de mi caja torácica…. Se lavó las manos, en el grifo de la cocina, se sirvió un vaso de vino y masticó mi corazón
Me acordé de la mala mujer, la obsesión puede llegar muy lejos….
Creo en el amor, pero a veces no existe, es lejano, borroso, crudo , como ese incomodo personaje odioso.
Veía mi rostro en la pantalla de mi televisión fundida, una decena de cadáveres-cigarro dormían en mi cenicero, víctimas de un apagón violento y retorcido.
No conseguía olvidar su cara de culo y sus palabras babosas.Encendí la radio y escuché entre frecuencias de ruido blanco, algo de música clásica.
El odioso patrón del cuento de hadas, mortificaba aún mi vida.Estaba condenado a la frustración por culpa del ideal inconsciente. Este juzgaba mi vida, como un espectador exigente fumando en pipa y chasqueando los labios en cada vestigio de inocencia. Sus ojos eran un gran foco, que iluminaban la huida de una pequeña cárcel. Cortó con sus dientes las cuerdas que lo sujetaban en ese escenario de plastilina azul. El agotamiento se tradujo en una blanda y confortable caída.
Escuchar: George Coleman-Cool it Right
¿Que tan lejos puede llegar una obsesión?
ResponderEliminarCiertamente algunas caídas pueden ser muy confortables. cuando se deja de creer en los nudos y éstos se convierten en paracaídas.
Besos